miércoles, 29 de diciembre de 2010

En la pista no conozco a nadie

Era un auténtico adicto al trabajo, no entendía la palabra relajación y no había nada que odiara más que perder. La derrota era su máximo enemigo y para vencer estaba dispuesto a hacer lo necesario. Jamás hacía prisioneros en la pista de baloncesto.Hay varias anécdotas que reflejan su personalidad y carácter.

Después de haber fichado por la Cibona de Zagreb, jugó su primer partido con su nuevo equipo en la pista del Sibenka Sibenik, el club de toda su vida, en el que se había formado. No hubo una pizca de sentimentalismo en su juego. Anotó 56 puntos, mientras el público le pedía, desde las gradas, que parara, que los estaba matando.Al finalizar el encuentro declaró:



no ha sido duro, los recuerdos son recuerdos y el amor es amor, pero en la pista no reconozco a nadie. Volveré a anotar 56 puntos contra ellos si tengo la oportunidad.”


En otra ocasión, jugando con el Real Madrid, el Cibona, su ex equipo, se cruzó en su camino. La Cibona tenía opciones de avanzar de ronda y el Madrid no se jugaba nada, ya clasificado, pero Drazen sí se jugaba algo. Se jugaba la victoria.


El partido estaba a punto de terminar y Petrovic tenía dos tiros libres con los que darle la victoria a su equipo. Su hermano Alksandar, que jugaba en la Cibona, se le acercó y le pidió que los fallara, su equipo no se jugaba nada y ellos recibirían varios pluses sí pasaban a la siguiente fase. Drazen sonrió y encestó los dos tiros libres.